- España es el principal exportador mundial de este hongo y Cataluña representa un tercio de todo lo que se vende
- El nuevo almuerzo informativo Breakfast4inno de Agrotecnio y el Parque Agrobiotech ha abordado el mundo de la trufa negra
Las características de la trufa negra, su producción y comercialización ha protagonizado el último debate del 2024 del “Breaskfast4Inno”, en el que ha participado el jefe del Grupo de Micologia y Tubericultura del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC) a Solsona, Daniel Oliach y Joan Casals Rovira, director de la empresa Laumont, una compañía ubicada a Tàrrega que es líder en la venta y distribución de trufas y setas y que exporta a más de 50 países de todo el mundo.
Durante el almuerzo se ha abordado el incremento de la demanda en gastronomía de las trufas, propiciado por las enormes calidades de este producto que combina biodiversidad, técnica y pasión. Cataluña destaca por su extensa superficie adecuada para el cultivo de la trufa negra, especialmente en zonas de media montaña donde las actividades agrarias tradicionales afrontan dificultades. Esta industria representa una oportunidad complementaria para diversificar la economía rural.
Según ha explicado el investigador del CTFC, Daniel Oliach, España es el principal productor y exportador de trufa negra pero “nos ha pasado como con el aceite, que Francia e Italia se han sabido vender más”. Cataluña, de hecho, supone el 32% de la exportación estatal de trufa fresca, y Lleida tiene un peso importante, puesto que supone el 70% de la exportación catalana.
A pesar de esto, el consumo interior es residual, apenas llega al 1% de lo que exporta la empresa Laumont. Por eso los ponentes han insistido en la necesidad de fomentar el consumo interior, “para ayudar a construir una cultura de la trufa y democratizar su consumo”. El director general de la empresa Laumont, Joan Rovira, ha añadido que “un 1 kg de trufa negra fresca puede costar entre 500 o 1000 euros según la especie, pero la gente tiene que saber que 30 o 40 gramos de trufa que es el que te puedes comer en una cena valen el mismo que un buen vino”.
Rovira ha explicado la evolución de la empresa, nacida en 1980 fruto de “la afición de ir a recolectar trufas del primer fundador”. Ahora, la compañía vende más de 3,5 millones de trufas al año, factura 38 millones de euros y es la principal exportadora de trufas al mundo. Según el director general de Laumont, “la clave del éxito está en ser fieles a nuestra filosofía, intentamos estar junto a los agricultores para cuidar desde el inicio el producto. Damos trabajo a 500 agricultores que recolectan las trufas por nosotros y nos son fieles, con ellos ya tratamos con las terceras generaciones”.
Rovira ha defendido reivindicar el origen de la trufa producida en el Estado, y ha denunciado malas praxis por parte otros países “que la compran en España y la vienen como propias del país”. Nosotros hemos viajado por todo el mundo defendiendo la trufa negra catalana, y ahora nos empiezan a reconocer.”
La empresa comercializa trufa negra fresca pero también producto preparado como sal trufada, salsas con trufa y productos “ready to eat”.
Trufa silvestre o trufa de cultivo
Durante el debate, los ponentes han explicado que la producción de trufa negra silvestre ha bajado drásticamente a Cataluña, a causa de la carencia de gestión forestal y la pérdida de los usos tradicionales. La climatología de los últimos años no está ayudando tampoco la producción de trufa silvestre, con sequías continuadas y temperaturas muy altas en la primavera y en verano que van en detrimento de su nacimiento y supervivencia.
Lo que ha crecido exponencialmente son las trufas de cultivo, que tienen la misma calidad que las forestales y que suponen actualmente el 90% de la producción. Gracias a las técnicas de cultivo, la campaña de recogida se ha alargado. También han destacado la importancia del adiestramiento de los perros que las recolectan y la necesidad de investigar más sobre las plagas de insectos que las afecten.