Durante siglos, la actividad humana ha impulsado, intencionadamente o no, la propagación de especies vegetales a zonas muy alejadas de su hábitat nativo. Por término medio, alrededor del 10% de las especies alóctonas de todo el mundo se convierten en invasoras, provocando a menudo grandes consecuencias ecológicas y económicas en las regiones afectadas.
Por primera vez, un equipo mundial de investigadores dirigido por la ETH Zurich y en el que participa Sergio de Miguel, investigador de la Unidad Conjunta de Investigación del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña y Agrotecnio (CTFC-Agrotecnio-CERCA), y profesor de la Universitat de Lleida, ha explorado qué regiones de la Tierra son más vulnerables a las invasiones de árboles no autóctonos. El estudio, publicado en la revista Nature, combina factores humanos y ecológicos para evaluar los factores que impulsan la aparición y la gravedad de las invasiones de árboles en todo el planeta.
Los factores ecológicos determinan la gravedad
El estudio revela que la proximidad a la actividad humana -especialmente los puertos marítimos- emerge como el factor dominante que impulsa la probabilidad de invasión. Los puertos manejan toneladas de mercancías, incluidas plantas y semillas, procedentes de todos los rincones del planeta. La presión colonizadora ejercida por el material vegetal es, por tanto, muy alta en estas regiones de gran actividad humana. Cuanto más cerca esté un bosque de un puerto, mayor será el riesgo de invasión.
Sin embargo, hay factores ecológicos que determinan la gravedad de la invasión. Lo más importante es que la biodiversidad autóctona ayuda a amortiguar la intensidad de estas invasiones. En bosques mixtos, cuando la mayoría de los nichos disponibles están ocupados por especies autóctonas, resulta más difícil que las especies arbóreas no autóctonas se extiendan y proliferen.
La estrategia ecológica de las especies invasoras también es importante para determinar qué tipos de árboles pueden invadir las distintas regiones. Los investigadores descubrieron que en regiones con condiciones extremas de frío o sequedad, las especies arbóreas alóctonas deben ser funcionalmente similares a las autóctonas para sobrevivir en estos entornos hostiles. Sin embargo, en lugares con condiciones moderadas, los árboles alóctonos deben ser funcionalmente distintos de las especies autóctonas para sobrevivir. Al diferenciarse funcionalmente, las especies alóctonas evitan la intensa competencia con los árboles autóctonos por recursos importantes como el espacio, la luz, los nutrientes o el agua.
La biodiversidad autóctona, la mejor defensa
En general, el estudio subraya la importancia de la diversidad de árboles autóctonos para ayudar a limitar la gravedad de estas invasiones. «Los resultados de la investigación tienen una importancia directa para la gestión de los ecosistemas en la lucha contra la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. Aumentando la biodiversidad, podemos tener cierto margen para limitar la gravedad y el alcance de las invasiones de especies arbóreas no autóctonas en todo el mundo«, explica de Miguel.
De hecho, los resultados son significativos para los esfuerzos de conservación de la biodiversidad en todo el mundo. Uno de los objetivos clave del marco mundial de biodiversidad adoptado en la COP 15 de Montreal en 2022 es evitar el establecimiento y la propagación de especies potencialmente invasoras. Este análisis global de las especies arbóreas no nativas pretende contribuir a las conclusiones de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), que se espera que destaque el impacto sustancial de las especies invasoras en la pérdida de biodiversidad en su próximo informe de situación.
Los autores del estudio enfatizan que este conocimiento global de la distribución de los árboles no autóctonos puede ayudar a los países a priorizar la toma de decisiones en los esfuerzos por detener e invertir la pérdida de biodiversidad.
Texto: Comunicación CTFC / Comunicación Agrotecnio